'La herencia de la rosa blanca' de Raquel Rodrein

Después de leer 'Anna Karenina' que me encantó pero que también me supuso un esfuerzo considerable, necesitaba, como se suele decir, cambiar de palo; encontrar un libro más ligero pero de estos entretenidos que te enganchan que no puedes soltar y estás ahí buscando un huequín para leer alguna página.

Todo eso me lo dio 'La herencia de la rosa blanca' de Raquel Rodrein. Siempre hago el resumen del argumento yo a mi manera, pero esta vez la trama es de estas que hace cualquier detalle que te digan de más, te fastidia y como no quisiera desvelar nada que no deba he elegido poner en la entrada la sinopsis que Roca Editorial hace en la contraportada y que, en definitiva, fue la que a mí me animó a leer el libro en cuanto cayó en mis manos.

En 1943, Edward O’Connor sufre el mayor revés de su vida: la muerte durante la Segunda Guerra Mundial de Erin, su mujer. Veinte años más tarde, su hijo conoce a la mujer que se convertirá en la madre de sus hijos y por la que se enfrentará a su padre. Ben O’Connor, el hijo de ambos, es un  arquitecto neoyorquino que está pasando una temporada en París. Allí tropezará una y otra vez con la joven intérprete Sophie Savigny. 

El cirujano irlandés Hugh Gallagher vive en París desde hace unos años. En las últimas semanas, el azar ha colocado en su camino a una joven de la que se ha quedado prendado. Su nombre es Sophie Savigny, pero un terrible suceso le obliga a volver a Irlanda y se desvanece cualquier expectativa de relación. A través de los años, la fuerza de un destino tenaz reunirá unas vidas marcadas por una traición del pasado. Secretos y mentiras silenciados durante décadas, que saldrán a la luz de la forma más inesperada.

Leonid Afremov

¿Qué os parece? A mí me gustó nada más leerla y me metí de lleno en esta apasionante historia que te va llevando a épocas y escenarios distintos pero siempre entrelazados entre sí. Al principio me despistó un poco tanto cambio de fecha, además lo leí con el libro electrónico que siempre es más rollo para ir atrás y adelante, pero nada son solo las primeras páginas porque luego te dejas llevar por un argumento que parte de la premisa de que nada sucede por casualidad y que un acto aparentemente aislado puede tener consecuencias insospechadas. Eso hace que un detalle que un momento te pasa desapercibido, después será fundamental o que los personajes se encuentren en las situaciones más improbables o se relacionen de la manera que menos se pensaba. 

Ese es quizás el inconveniente que puede tener la novela, que a veces parece que las cosas suceden demasiado a cuento para que la trama siga a buen ritmo y pueden resultar un pelín forzadas. Por eso hay que dejarse llevar por el enredo, disfrutar de las idas y venidas y hacer una acto de fe; porque es cierto que es una historia que tiene el riesgo de que si no te engancha desde el primer momento al final tanto azar y juegos del destino pueden hacerte decir "¡y que más!". Pero si consigue atraparte tanto como a mí, estás ante uno de esas historias que no te dejan despegar la mirada de las páginas y estás deseando saber qué más sucede; porque tiene de todos los ingredientes necesarios:
amor, confusiones, engaños, venganza,...

Leonid Afremov

En cuanto a los personajes, aunque Ben, Sophie y Hugh sean los principales y hacia donde va encaminada la historia ya que la suya sucede en el tiempo presente; todos los demás tienen también su momento, en ese sentido es muy coral, y como secundarios cumplen un papel importante ya que cada una de sus decisiones de una u otra manera acaba afectando a los protagonistas hasta que al final se cierra todo el círculo. Todas estas subtramas me parecieron muy entretenidas, es verdad que a veces cae un poco en el sentimentalismo pero bueno es llevadero.

En definitiva 'La herencia de la rosa blanca' no es el libro que más nos hará reflexionar o esa clase de historias que después de leerlas te cuesta soltar y comenzar con otra. Es una novela amena y que cumple muy bien su función, entretener y hacer pasar un buen rato de lectura sin más pretensiones. Y ese tipo de argumentos, dependiendo del momento, también se agradecen.