'Historia de dos ciudades', un emocionante clásico que "atrapa" a todos sus lectores

Este año se celebra el bicentenario del nacimiento de un escritor irrepetible: Charles Dickens. Y aunque no es necesaria ninguna excusa para leer cualquiera de sus emocionantes novelas, hacerlo en el año de su aniversario puede ser nuestro particular homenaje.

Es imposible quedarse con una sola de sus novelas porque cada una tiene algo que las hace imprescindibles. Pero en esta ocasión me gustaría escribir sobre ‘Historia de dos ciudades’, ambientada en Inglaterra y Francia, durante la época de la revolución francesa.

Es muy difícil comentar nada del argumento sin destripar la trama, ya que cada detalle por mínimo que parezca es absolutamente relevante en algún momento. Y eso es precisamente el gran mérito de esta novela, que cada frase o acción aparentemente aislada están enlazadas y al final todo concuerda, que cada nuevo giro o revelación sorprende al lector pero no hay cabos sueltos. En definitiva una historia que nunca decae y que una vez empezada atrapa por completo.

‘Historia de dos ciudades’ comienza con un críptico mensaje “Resucitado” referido a uno de los protagonistas,  el doctor Manette, que esconde un angustioso secreto de su pasado que repercutirá de manera dramática en su presente. A través de él, de su hija, sus amigos y un cínico y descreído abogado iremos descubriendo la historia de una época convulsa llena de contradicciones: el amor incondicional, la venganza, la injusticia o el más puro altruismo. Todas ellas perfectamente reflejadas en la novela y contadas de la manera más apasionante, hasta llegar a un final realmente conmovedor y que no deja a nadie indiferente.

Por otro lado, y casi por casualidad, descubrí la adaptación al cine rodada en 1935 por Jack Conway y me sorprendió gratamente, ya que transmite muy fielmente todas las emociones de la novela y no traiciona en ningún momento el estilo tan propio y reconocible de Charles Dickens.